viernes, 18 de abril de 2008

EL SOLIPSISTA

Como estamos muy tontos, no actualizamos, y la mollera la tengo seca del trabajo, posteo un cuento de otro para hacer bulto. Me gustó, que coño¡, y aunque no tenga donde calzarlo ni en que contexto, aquí lo pongo... Disfrutadlo cabrones¡¡¡

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Walter B. Jehovah, por cuyo nombre no pido excusas desde que realmente fue su nombre, ha sido un solipsista toda la vida. Un solipsista, en el caso de que no conozcas la palabra, es alguien que cree que él es la única cosa que existe realmente, que el resto de la gente y el universo en general existe sólo en su imaginación, y que si él dejara de imaginarlos su existencia acabaría.
Un día Walter B. Jehovah comenzó a practicar el solipsismo. En una semana su mujer se escapó con otro hombre, perdió su trabajo como agente marítimo y se rompió la pierna en la persecución de un gato negro tratando de evitar que se cruzara en su camino.

Decidió, en la cama del hospital, acabar con todo.

Mirando a través de su ventana, hacia las estrellas, deseó que no existieran, y no estuvieron allí nunca más. Entonces él deseó que no existiera ninguna otra persona, y el hospital comenzó a estar demasiado tranquilo incluso para un hospital. Lo siguiente, el mundo, y se encontró suspendido en un vacío. Se libró de su cuerpo, y dio el paso final para tratar de acabar con su propia existencia.

No ocurrió nada.

Extraño, pensó. ¿Puede haber un límite para el solipsismo?

«Sí», dijo una voz.

«¿Quién eres?», preguntó Walter B. Jehovah.

«Soy el único que creó el universo que acabas de aniquilar. Y ahora tú has tomado mi lugar». Hubo un enorme suspiro. «Puedo, finalmente, acabar con mi existencia, encontrar olvido, y dejarte tomar posesión».

«Pero, ¿cómo puedo dejar de existir? Eso es lo que estoy intentando hacer».

«Sí, lo sé», dijo la voz. «Debes hacerlo del mismo modo que yo lo hice. Crea un universo. Espera hasta que alguien en él crea realmente lo que tú creíste y trate de dejar de existir. Entonces te puedes retirar y dejarle tomar posesión. Adiós.»

Y la voz se fue.

Walter B. Jehovah estaba sólo en el vacío, y era la única cosa que podía hacer.

Creó el cielo y la tierra.
Tardó siete días.


Fredric Brown

5 comentarios:

Sr. LEÑA dijo...

Y que digo yo que si no se lo podía haber currado un poco más...y hacer que las tías..., en fin, dejemoslo.

Anónimo dijo...

…Un cuento con estructura de cinta de moebius. Muy bien resuelto el final, me gusta más esa parte que el principio… Muy interesante, ¿Le gustan las matemáticas mi estimado Nemesis?

Un saludo, Candela

Juan Pedro Ayllón dijo...

Sr. Llamas rey de las camas, ese mismo pensamiento guarrindongo que no se ha atrevido a compartir también se me pasó por la cabeza cuando lo leí por primera vez. Esto nos hace pensar que Dios estaba borracho en el proceso de creación.

Srta. Candela;

A mi me gusta todo menos que me sodomizen y que toquen las narices. Soy varón con multitud de inquietudes y curiosidades, y las aplicaciones matemáticas y el pensamiento abstracto están entre mis aficiones y mi trabajo. Me quiere hacer un regalito?

cojoiden dijo...

al final habrá rollito entre nemesis y candela, ya lo veréis

Juan Pedro Ayllón dijo...

Cojoiden,

nunca digas de este agua no beberé, este cura no es mi padre y esta polla no me entra. A la señorita Candela la vió primero el hombre sin ano, y yo como buen caballero me retiro para que el susodicho proceda al noble arte jincatorio... si se deja Candela, claro