No puedo evitarlo. Cada vez que cierro los ojos, mi mente se llena con el dibujo del laboratorio donde todo sucedió, donde vendí mi alma a un demonio que me hizo pensar que podía hacer del páramo el hogar de una raza justa, superior, de cojones afeitados y verbo quevediano. Pero no... Tuve que escatimar con la vaselina... No pude desoír la llamada de la tragaperras cachonda, repleta. No pude resistirme a sus guiños nerviosos y multicolores, y lo acabé pagando. Pensé que con margarina del PLUS me apañaría, lo juro... Ahora sólo ruego al mundo que me perdone, y que me deje 10 eurillos para tabaco...
Los oigo, se acercan, los huelo... Son los trollettos. Traen pizzas. Vienen para quedarse...
Los oigo, se acercan, los huelo... Son los trollettos. Traen pizzas. Vienen para quedarse...
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