miércoles, 28 de noviembre de 2007

Humungustein o el moderno Prometeo: yo soy el culpable, yo creé al primer trolletto... Y pagaré por ello eternamente


No puedo evitarlo. Cada vez que cierro los ojos, mi mente se llena con el dibujo del laboratorio donde todo sucedió, donde vendí mi alma a un demonio que me hizo pensar que podía hacer del páramo el hogar de una raza justa, superior, de cojones afeitados y verbo quevediano. Pero no... Tuve que escatimar con la vaselina... No pude desoír la llamada de la tragaperras cachonda, repleta. No pude resistirme a sus guiños nerviosos y multicolores, y lo acabé pagando. Pensé que con margarina del PLUS me apañaría, lo juro... Ahora sólo ruego al mundo que me perdone, y que me deje 10 eurillos para tabaco...

Los oigo, se acercan, los huelo... Son los trollettos. Traen pizzas. Vienen para quedarse...

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