lunes, 10 de marzo de 2008

La violinista en el tejado de la barraca...

" Hasta los cactus con las púas mas duras son capaces de florecer " tras esto no quiero que ninguno de vosotros, mierdecillas, piense que Miss Violet ha ablandado mis gónadas de acero, nada más lejos de la realidad.... lo que mi sardina asobinada a conseguido es endurecer cierta parte de mi anatomía hasta niveles nunca vistos y totálmente fuera de la escala de Mohs, que quede todo esto meridianamente claro.

Sólo es una introducción para que vosotros, hijos del Páramo, comprendáis que la música clásica no es para maricas... que hay que ser muy macho para apreciar la magnificencia del noble arte de la música galante y fina...

Reconocedlo hijos de puta, la música clásica mola... al menos a mi me la pone muy gorda

7 comentarios:

Violeta dijo...

Gracias, Humungus. La verdad es que el violín es un instrumento que me gusta mucho, y también la música clásica, que de marica no tiene nada (para eso está ya el electro). Sin embargo, le diré que para conquistar a una mujer el método 'una de cal y otra de arena' no está mal, pero que el modelo 'una de música y otra de chochos' hasta ahora no ha funcionado con mujer alguna. Y las sardinas suficiente pescado tenemos con nosotras mismas. De todos modos, haga el favor de relajarse un poco.

El Gran Humungus dijo...

O le ha traicionado el subconsciente, o anda usted confusa, o las dos anteriores al mismo tiempo, Miss Violet. Porque, si se fija, verá que el autor de esta entrada no es éste que ahora le escribe. A menos, claro está, que su "Gracias, Humungus" sea una frase independiente del resto del discurso, que nunca se separó por un punto y aparte de lo siguiente.

Digo yo, vamos. Porque igual la explicación es mucho más escabrosa todavía... Qué miedo dan las mujeres...

Sargento de instruccion Hartman dijo...

Esta claro que unos tienen la fama y otros cardan la lana... soy un incomprendido, no me prestan atención.... ¡¡esto es para colgar el uniforme!!

El Gran Humungus dijo...

Aguante, Sargento. Aguante. Me han dicho que ellas también duermen. Igual un día de estos, exhausta por sus cacerías en el Páramo, la pillamos sobada-asobinada, y la podemos reducir y amaestrar. Y se la podría llevar usted a su barracón, y enseñarla a traerle las zapatillas, el fusil, el tubo de lubricante...

Aguante, sargento. No desespere...

estifen quinj dijo...

¿Cuantas horas habrá estado despediciando su sagrado agujero hasta dominar ese arte?

Haciendo Amig@s dijo...

Lo que tienen que hacer con esa parte del cuerpo es aprender a tocar bien el pito, leches.

Anónimo dijo...

Mente calenturienta la mia, que me imaginaba a ese dechado de virtuosismo vagiviolinista tocando el vuelo del moscardon de Rimsky-Korsakov y me he quedado en un estado de extasis zen total. Me voy a un monasterio a Japón señores.