lunes, 14 de enero de 2008

Grandes hostias de ayer y hoy (vol. I)

Si pichasflojas en el Páramo nos gusta la violencia sin sentido, no nos importa el chorreo de sangre, los dientes volando, los miembros dislocados y el crujir de cuellos... una buena pelea es como el yogur después de una cena... sienta bien y te alegra el espíritu.

Aqui vuestro sargento os va a dedicar perlas de sabiduria a cascoporro, y quiero recalcar que esto NO está a debate, esto no es un post para comentar que os parece la mejor pelea o cual es la peor... todas las que os pongo son las mejores y punto, no hay mas explicación, solo tienes que aceptarla y darle las gracias a Satán por que los habitantes del Páramo te saquen de tu oscuridad infame hacia la luz.

La primera perla es sin duda una matanza en un cuadrilatero, un lucha por el honor patrio, joder a comunista es lo más grande que se puede hacer en esta vida, es mucho más grande que un coito múltiple con japonesas cachondas e islandesas locas... sólo hay una cosa mejor que joder a un comunista.... y es joder a un comunista en su propia casa delante de su mujer y de sus hijos.



2 comentarios:

El Gran Humungus dijo...

Ha abierto usted la caja de Pandora que guardaba el virus del palot in my pocket, Sargento. Es cierto, follar mola. Que te la chupen, mola. Las drogas molan bastante. Pero nunca se siente uno más vivo y más poderoso que dando hostias. Cómo mola la violencia, y cómo ha caído en desgracia, igual que le hicieron al tito Adolfo...

Por cierto, Ivan Drago nunca tuvo opción. Un hijo de una nación que nunca tuvo cojones de tirar bombas atómicas a sus enemigos nunca puede saber lo que es la victoria...

Blackhole dijo...

He sentido la humedad en mi cosmos... y lo único que pensaba es que quería que me dieran una de esas a mí ¿estaré enfermo? Creo que no. La adrenalina que se suelta cuando uno va a recibir un ostia de tal calibre debe ser la poya... Además de eso, saber que con una de esas en mi cara viajaría gratis cuatro metros hacia atrás y tendría varias semanas de habitación pagada en un hospital, fuera de mi lúgubre mina olvidada.
Me pone, si, y mucho.